San Juan Bautista

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domingo, 31 de mayo de 2015

Asesores marxistas del Vaticano de Bergoglio – Ricardo de la Cierva


Nota de NCSJB: El encabezado es nuestro

El marxismo de Gutiérrez y Boff

  En mis artículos del desenmascaramiento demostré con citas que no pudieron ser destruidas el carácter sustancialmente marxista de los dos principales libros de Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff, los dos principales teólogos de la liberación. Sobre Boff convendría insistir en que el capítulo VIII de su libro, reprobado en marzo de 1985 por la Santa Sede, es una aplicación directa del marxismo-leninismo (así como otros capítulos) por su pretensión de insertar en la vida de la Iglesia la lucha de clases, como hemos visto que recomendaba expresamente Lenin, y por su identificación netamente marxista de la dinámica eclesial y la vida de la Iglesia como proceso de producción materialista. En declaraciones a Le Monde por los días de su llamada a Roma antes de la condena definitiva, Boff, “no abjura para nada del materialismo histórico. Invoca a Gramsci y a Althusser. Gramsci fue el teórico comunista de la toma del Poder en las sociedades desarrolladas. Althusser emprendió la intelectualización del estalinismo. Son los pobres quienes poseen la hegemonía –dice- no la Iglesia”. Insiste en la primera página de Le Monde: “¿Que por el Espíritu Santo formamos un solo cuerpo? Por el espíritu de Marx rompe la túnica inconsútil” (Cfr. Le Figaro Magazine, 22 de septiembre de 1984, Editorial). Y su paso desafiante por Madrid, en enero del 85, para participar, con gastos pagados, en el programa de TV Usted, por ejemplo, Boff acusó, junto al teólogo jesuita de la liberación Jon Sobrino, al documento Ratzinger de “no conocer a fondo la teología de que habla”, y añadió: “Muchos elementos del marxismo han entrado ya a formar parte del patrimonio cultural de la Humanidad entera” (Cfr. Vida Nueva, 1614, 1985, 12 de enero, p. 35).

  En los citados artículos de Semana Santa demostré con un abrumador conjunto de citas la raíz marxista del libro primordial de Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Pero en el Encuentro de El Escorial, donde fue la estrella, Gutiérrez revelaba su marxismo de forma todavía, si cabe, más clara. “Optar por el pobre –dice en su ponencia- es optar por una clase social y contra otra…, tomar conciencia del hecho de enfrentamiento de las clases sociales y tomar partido por los desposeídos…”. Y a esto llama Gutiérrez “proceso de conversión evangélica, es decir, de salida de sí mismo y de apertura a Dios” (Cfr. Fe cristiana…, 1973, p. 234). En realidad es apertura al marxismo-leninismo más claro. Y un poco más abajo, en la página 240/1, la utopía final de Gutiérrez coincide exactamente con la utopía final de Carlos Marx, no con la utopía de Cristo: “Sólo la superación de una sociedad dividida en clases, sólo un poder político al servicio de las grandes mayorías populares, sólo la eliminación de la apropiación privada de la riqueza creada por el trabajo humano, puede darnos las bases de una sociedad más justa; es por ello que la elaboración del proyecto histórico de una nueva sociedad toma cada vez más en Iberoamérica la senda del socialismo”. ¿Se atreverá una vez más el señor Martín Descalzo a acusarme de tergiversar y explicar al revés las tesis de Gutiérrez? Si es así, evidentemente no ha leído a Gutiérrez. Pues bien: vea con atención la acusación romana que sigue.


La denuncia romana y la confesión de Barcelona
                                       
  Hemos preferido demostrar la clave marxista de los teólogos de la liberación desde la crítica interna. El profesor Ibáñez Langlois, conocedor directo de la realidad Iberoamericana, demuestra definitivamente el marxismo constitutivo de Gutiérrez, Boff y Sobrino en su esplendido análisis recién publicado, Teología de la liberación y lucha de clases. Pero no debe olvidarse el argumento de autoridad. Ya hemos visto que la asunción de tesis marxistas capitales ha sido determinante para la descalificación pública de Boff por la Santa Sede en la notificación del 11 de marzo de 1985. Pero en la diez Observaciones dirigidas por Roma a Gustavo Gutiérrez a propósito de sus libros: Teología de la liberación y Fuerza histórica de los pobres (ver el texto de Roma en Misión abierta, febrero 1985, p.33 ss.) se le acusa de “aceptación no crítica de la interpretación marxista de esta situación” (el escándalo de la miseria en Iberoamérica) en la observación primera; en la dos se dice: “Bajo el pretexto de su carácter científico, Gutiérrez admite la concepción marxista de la Historia; Historia conflictiva, estructurada por la lucha de clases, y exigiendo el empeño al lado de los oprimidos en lucha por su liberación”. La observación siete explica con detalle esta acusación global: “La influencia del marxismo se nota también en la misma concepción de la verdad y sobre la noción de teología”. Y la observación nueve concluye: “(Los cristianos) son invitados a entrar en la lucha, sin que se ponga en duda la legitimidad de una lucha inspirada por el proyecto marxista”. A continuación, la citada revista española Misión abierta, portavoz fanático y rebelde de los movimientos liberadores –pese a estar editada por los claretianos, esa Orden benemérita de la Iglesia y de España- concede a Gustavo Gutiérrez muchas páginas para que el teólogo de la liberación, con la técnica de un charlatán de feria, intente encubrir, inútilmente, la raíz marxista de sus postulados “teológicos” y se debata con torpeza y verborrea contra las acusaciones de la Sagrada Congregación, que son nítidas y tajantes.

  Voy a aducir una prueba final sobre el marxismo de los movimientos liberadores. En la Asamblea Mundial de Cristianos en las Luchas Populares de Liberación, celebrada en Barcelona en enero de 1984, el ponente Giulio Girardi, uno de los grandes precursores y fundadores de la teología de la liberación, se preguntaba como reto a la Asamblea: “¿Continúa siendo el marxismo una fuente de inspiración y un método de análisis válido de la realidad actual?”. La respuesta oficial de la Asamblea fue esta: “En el combate por el socialismo, el marxismo, a pesar de la crisis que atraviesa, continúa siendo una teoría fecunda para el análisis de nuestra sociedad y para la elaboración de nuestra estrategia” (Iglesia viva, 109, 1984, p. 92-93).

  Está, pues, demostrada la sustancial impregnación marxista de los movimientos liberadores. Llegamos con ello al punto capital de nuestro estudio: la estrategia de la liberación.

Ricardo de la Cierva: La Estrategia cristiano-marxista de la liberación (1) 1985

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Nacionalismo Católico San Juan Bautista

viernes, 29 de mayo de 2015

Prólogo con Casco - P. Leonardo Castellani


Prologo al libro "Las Canciones de Militis"

  Nuestros padres llamaban Prólogo gateato —y mi patrono San Jerónimo fue quien lo inventó— al que un autor escribía en defensa propia. Galeato es demasiado latín para la Argentina. Si consiento en que este libro se publique, el cual promete darme tantos disgustos como mala fama y poco dinero, es preciso ponerle un prólogo con morrión, como puso San Jerónimo a su Periarchón. San Jerónimo fue un dálmata formidable, de la raza del padre Sepich y mis abuelos matemos: un leoncito hecho para vivir o en un palacio o en el desierto; que cuando lo insultaban —lo sentía, pero después—, se olvidaba; pero cuando insultaban a la Iglesia, ripostaba con una fuerza que no se paraba ni ante la zafaduría. Buen escritor el hombre; sin duda el mayor estilista de la baja latinidad, raye el que raye, aunque salgan a rayar Boecio y Agustín el Grande. Éste fue el que se tradujo al latín toda la Biblia Vulgata. Vivió en tiempos muy agitados.

  Anoche soñé con el gran patrono de los traductores, gran gloria de los friulanos, gran devoción de los españoles que se vinieron a estas tierras, gran protector de Santa Fe y de Reconquista, gran penitente, gran lingüista, gran lector de literatura. De verdad soñé con él. Una vez él mismo soñó que un ángel del cielo lo molió a palos —y al levantarse estaba todo roto— porque en vez de traducir la Biblia leía a Cicerón, a Catulo y a César.

Un Arcángel lo azotóf.
Fue porque a César leía;
fuego de Dios, ¡Que sería
si leyera a Gerchunof!

  Anoche lo vi con semblante severo y una vara en la mano. No me arrimé mucho. Me preguntó: —Ya que hemos pagado tus trimestres en el colegio para que estudies filosofía ¿por qué no escribes un libro de filosofía?
    —Oh glorioso Santo —le respondí—, yo venía de Europa hace diez años haciendo un libro de filosofía. Me lo había encargado y planeado mi mejor profesor, Joseph Marechal. El plan era éste: “Lea durante quince años todos los grandes filósofos en su lengua original, para lo cual tendría que perfeccionar su griego y su alemán. Enseñe filosofía al mismo tiempo. Lea después durante tres años los grandes etnólogos modernos, Frazer, el padre Schmidt, Levy-Bruhl…”
    —¿Imbelloni, Jacovella, Canal Feijóo?
   “—Todos —me dijo—. Y después escriba El Punto de Partida de la Moral sobre el mismo plano en que yo hice El punto de partida de la metafísica...
    San Jerónimo asintió gravemente y me dijo:
    —Eso era justamente lo que se quería allá arriba. ¿Tú que has hecho?
    —El griego y el alemán me olvidé lo poco que sabía.
Yo me vine de Europa meditando en el buque el texto de Empédocles.
    —¿Cómo traduces “AyayKnc xñua”? —me preguntó el Dálmata con malicia.
    —Diels traduce “Einen Spruch des Schicksals” —le dije, también con malicia.
    —|Vos! te pregunto.
    —A mi entender Diels macanea. Yo traduzco plétora.
    —¡Bien! —dijo el Santo— ¿Y después?
    —Cuando llegué a Buenos Aires, me hicieron tomar 35 horas semanales de clase en un colegio nacional. . .
    —¿Quiénes, te hicieron?
    —La Vida. . . La Argentina. . . La Patria. . . Los tiempos malos que vivimos. . , —le contesté vagamente.
    —Es decir, tus pecados, en c! fondo.
    —Eso es. Mis pecados y los pecados del Rey. Me hicieron tomar 35 horas...
    —¿35 horas de filosofía?
    —No. Literatura, Historia, Apologética, Italiano, Metodología y Castellano.
    “—Qualis artifex!. . —me dijo burlón.
    “—Pereo!” —le contesté melancólicox.
    —¿Qué pasó?
    —Al fin del año me enfermé, de acuerdo a aquel verso que dice:

Por no poder sufrir el ser mediocre
y el delito de no tener dos caras
al volver a mi tierra color ocre
fui castigado con torturas raras.

  Me mandaron a una casa grande de la calle Vieytes, en cuya puerta hay un gran letrero que dice: Aquí se aprende a defender la patria. Por lo menos, yo leí así; ahora no está más. La cuestión es que yo dije:
¿Cómo voy a defender la patria si no me defiendo a mí mismo? Empecé a defenderme a mí mismo y a la Patria al mismo tiempo. El resultado ha sido quince libros de periodismo.
    —¿Qué es eso? —me dijo.
    —Una cosa que de existir en tu tiempo vos la hubieras hecho por pasatiempo y pasión. Creo que aun antes que existiera, vos hiciste un poco, viejo. Es un oficio nuevo, parecido al de spazzacamini o sea deshollinador: que es necesario que exista y alguno lo ha de tomar, pero es amargo y prosaico y no se puede hacerlo sin ensuciarse un poco.
    —¿Epístolas contra los herejes, en estilo subido, que corran por todos los rincones y las lea la plebe fiel?
    —Eso —le dije—. Es mi destino. Mi padre hizo eso y lo asesinaron herejemente cuando yo tenía siete años.

  Lo tengo en la sangre por desgracia, y puede que me cueste la sangre. Pero mi padre tenía cuatro hijos y yo no tengo ninguno. Yo nací para ser escritor empingorotado, entonado, solemne, conceptuoso, serio. Yo nací
para traducir la Vulgata en veinte años de trabajo al castellano criollo. Tuviera yo un sueldo de tres mil pesos y pico como Culaciatti; tuviera al lado gente que en vez de picotearme me defendiera; tuviera una patria tranquila y no en inminente peligro;... y entonces veríamos. Pero por ahora, santito barbudo, vos ya sabés el refrán: un empleado de doscientos pesos, cuando se muere, asciende.

 

  Rióse con toda la barba el buen bárbaro, con esos cachetes colorados que le pintó el Caravaggio —o quien sea el autor del cuadro que tiene don Lautaro Durañona—; pero enseguida compuso otra vez la cara severa, con esa barba blanca parecido a don Juancito Gollán; y dijo:
    —Bien. Pero un sacerdote es siempre sacerdote.
    —Evidente.
    —¿No podrías escribir en tono manso, undoso, dulce y convencional, como cuadra a un sacerdote?
    —¿Más o menos como el tono tuyo en la Epístola 117?
    —¡Yo no era sacerdote! —se apresuró el Santo—. No me quise ordenar adrede. Yo tenía derecho a escribir como diácono. ¿Por qué no escribes tú como sacerdote?
    —Muchas veces he escrito así, y sigo escribiendo la mayor parte de lo que escribo. ¿No has leído Una santa MAESTRITA?
    —¿Pero por qué no siempre? ¿Por qué no todo?
    —A eso te respondo —le dije— con un caso de un cura amigo mío, Olaizola, que fue párroco en el Chaco santafecino y acabó secretario de monseñor Boneo, es decir, acabó curial, mala suerte. Solía andar con un bastón de estoque. Lo denunciaron al obispo. El obispo lo llamó y le dijo:
   “—Está muy mal eso. No condice con un clérigo.
   “—Excelencia, no es nada —respondióle él—. No hay cuidado que yo mate a ruiáte- Yo ando con esta arma solamente a causa de los perros”.
   “—Deje el arma —le dijo el prelado — y si un perro lo atropella, récele fuerte el Evangelio de San Juan, “In principio erat Verbum”, que es devoción probada contra los perros.
    “—Está bien —dijo el vasco—, eso ya lo hago. Pero, excelencia, ¿y si hay algún perro que no entiende latín?”.
  Aunque disimuló fuerte, otra vez lo hice reír al barbudo. Pero como venía comisionado por lo visto para retarme, se comidió más fiero que antes y me dijo:
    —Sabiendo vos eso, sabiendo que hay gente que no te quiere nada, sabiendo que con la verdad desnuda vas a lastimar a muchos, sabiendo que estás indefenso, sabiendo que te han frito a disgustos este año, ¿por qué no das por terminada tu misión y te vas a Montevideo a bañarte en Playa Pocitos antes que te maten del todo?
    —Eso me recuerda un caso. . .
    —No quiero más cuentos.
    —Uno solo. Don Juancito Gollán Zapata, un paisano mío, estaba para morir. Vino el cura a darle los Santos Óleos —lindo sacramento que ahora llaman no sé por qué, con el nombre pavoroso de extremaunción—
y le quería hacer rezar el Señor mío Jesucristo —linda oración hispana que ahora han cambiado por otra que se llama el pésame. Pero don Zapata no hacía más que rezar: “Señor mío Jesucristo, ya sabemo que todito habemo de morir. Pero si allá arriba no soy «muy muy» necesario, pero muy mucho...”  El cura se escandalizó, porque don Juancito tenía ya 87 años, y le dijo:
   “—¡Don Juan! ¿Está contento de morir?
   “—Contento, contento, no —dijo el viejo—. Resignado, sí. Porque si Dios 'Nuestro Señor quisiera, aquí habría hombre todavía para veinte años.
   “—¿Y para qué querés vivir más, viejo bichoco? — le dijo el cura severo.
   “—Y... padrecito... —dijo don Juan—, ¡para ver en que p... termina todo esto!”.
    —No veo bien la aplicación —me dijo el Santo medio sonriyendo, medio amenazando.
    —Ni falta que hace —le dije yo—. Yo me entiendo.
  Aquí se enojó el patrón; y medio se me quiso arrimar con la vara, por lo cual yo reculé un paso.
    —En tus escritos hay muchos defectos —me dijo—.
  Está bien que vos no los veas, porque son hijos tuyos. ¿Pero los censores? ¿Qué están haciendo los censores? Es un escándalo cómo pasan esas palabritas, esos nombres propios, esos chistes gruesos, esas alusiones maliciosas, esa...
    —Perdón —le dije— santo mío, la verdad ante todo.
No hay tal. Las alusiones las hace la malicia de la gente, no yo. Yo no conozco a nadie, vivo cautivo en un desierto peor que el tuyo, in solitudine mentís, como tú dijiste. Escribo siempre desde el punto de vista del planeta Sirio. Pero nunca falta un maligno o un flaco que si yo escribo, por ejemplo, acerca de la metafísica de la joroba, se vaya a su vecino que es jorobado, y no lo quiere mucho que digamos, y va y le dice: “Mire lo que escribió aquí contra usted Militis Militún. ¡Dónde se ha visto!”. Y el otro, que es suspicaz, enseguida se lo cree y dice: “Soy yo”. Y se pone furioso conmigo. Reverendo Santo, yo no soy tan cobarde; cuando quiero aludir a uno, le pongo todo el nombre entero.
    —¡Pero el censor! —dijo el Santo con voz de trueno—. ¡El censor!
    —El censor a lo mejor le pasa como le pasó a un cura de un pueblo de arriba. Tenía una cocinera que era una mujer garrida, robusta y de pujanza. La gente, que nunca falta un calumniador, decía que la Quillotana, que así se llamaba, estaba muy lejos de tener la edad canónica. El cura no les hacía caso, porque era un cura tan cansado que se dormía como un tronco al poner la oreja en la almohada, diciendo la oración de San Casiano: “Vivere non possum; et fornicare potero” Incapaz de arruinar a nadie el pobre y menos a una huérfana y parienta. Pero la gente, de eso ¿que sabía? Jamás los feligreses saben los cansancios del cura: para murmurar de él creen que es de carne, para aprovecharse de él creen que es de piedra. Un día un beatón de esos que se comen los santos puso un anónimo en el pasquín del pueblo, a causa de que el cura no lo nombró presidente de los Cayetanos, un anónimo en verso sobre la Quillotana y el cura, que no lo pongo aquí solamente porque no me acuerdo, y, además, porque estoy hablando con un Santo. El cura lo encontró un atardecer a la puerta de la Iglesia y le pegó una pateadura jefe.

  Sucedió que ese mismo día llegó el obispo, que no pasaba visita hacía ocho años —no el de ahora, que es un gran tipo, le estoy hablando de hace años— y el cura dijo: “Estoy perdido”. Se formó una comisión de damas y otra de caballeros —caballeros es un decir, la gente de allá monta en muía— para ir a alcahuetiarle al obispo los hechos del cura. El cura se encomendó a las ánimas benditas. Era un obispo de esos que no escuchan razones.

  Le reservó a su excelencia la mejor cama, quiero decir la única; él se acostó en un ijar en el mismo cuarto; pero se olvidó de ponerle mantas, que tampoco le sobraban. En aquella parte refresca bárbaramente de noche, es una meseta. El cura se recordó a media noche y lo siente al obispo déle vueltas en la cama muerto de frío. Tuvo una idea luminosa.
   “—Eminencia, le dice, perdón, no me acordé que usted no está hecho al frío. ¡Qué bruto que soy! Un momento eminencia, le vi a traer mi quillotana!”.

  Va el cura y trae una rica manta de vicuña, que le habían regalado en Chile, se la puso al obispo, lo arrebujó como una madre y no cesaba de decir: “Con esta quillotana ya verá como va a dormir. Es mucha cosa esta quillotana”. Y repitiendo quillotana por arriba y quillotana por abajo, lo arrebozó a su excelencia y se durmió de nuevo.

  Al otro día cayeron las dos comisiones de alcahuetes a ver al obispo y no sabían cómo empezar. Empezaron preguntándole cómo estaba su ilustrísima y cómo había pasado la noche. El obispo le dijo:
   “—Bien. Muy bien. Al principio tuve mucho frío.Pero a eso de la medianoche se levantó el señor cura, me trajo su quilltana, me la puso en la cama, yo me conforté y me dormí como un santo de Dios”.

  La comisión se quedó más seca que si le hubiesen pegado un tiro. A una señorita se le escapó un gritito y la secretaria de las Ineses se insultó, como dicen allá arriba, es decir, se desmayó. Todos se miraron azorados. Al fin, el presidente de los Vicentinos le dio con el codo a la presidenta de la Acción Católica y le dijo en voz alta y lindo tonito salteño:
   “—Vámono señora, que aquí por lo visto el obispo y el cura ¡son de la mesma familia!”.

  Apenas conté eso, se levantó San Jerónimo y yo creí que me iba a pegar; pero el viejo se había agarrado la panza con las manos y estaba a las carcajadas que parecía que iba a estallar como una traca.
    —¡Qué bueno! ¡Qué bárbaro! —decía—. ¡Qué animal!
¡Qué bien! ¡Qué bestia! ¡Qué gracioso! ¡Qué salvaje!
¡Qué exacto! ¡Lo mismo que en mi tiempo! Una parecida le hice yo al papa San Dámaso I, que me costó dejar Roma y tener que irme a Palestina.
    —Reverendísimo Santo —le dije— a mí me pasa igual exactamente. Mi censor, que Dios lo bendiga y conserve mil años, y yo ¡somos de la misma familia! En realidad, lo mismo que el obispo y el cura, que eran dos santos varones, pero santos humanos y no divinos.
  San Jerónimo cesó de reír y me dijo:
    —Está muy mal. Ese cura, por de pronto, era un testarudo imprudente.
    —Exacto —le dije—. Pero el pobre se dio cuenta del peligro que había pasado, y al otro día despidió a la cocinera, que quedó sin trabajo y mucho menos segura que antes. Y empezó a cocinarse solo. Que es lo que me pasa a mí. Me tengo que cocinar solo, me tengo que curar solo, me tengo que limpiar la alcoba, me tengo que llevar las aguas sucias en un gran balde a una cuadra de distancia por un corredor lleno de seminaristas, que son la gente más maleva que existe. ¡Y después pretenden que haga cosas nobles, remilgadas, atildadas, superferolíticas, con olor a loción Cotí, y eso a razón de 53 por año además de cuatro o cinco más oficios!

  Apenas dije eso, blandió el Santo la vara y me amagó un huascazo que si no me atajo con una pata — y me desperté todo sudado- el tipo me saca un ojo.

  Por qué lo hizo no lo sé. Los santos son perfectamente incomprensibles en sus caminos. La historia es que la pata derecha me quedó dolorida, y hay días que me duele a rabiar y tengo que ir a clase en cuatro colectivos completos que ¡casi preferiría ir en cuatro patas!

  Éste es, lector, mi prólogo con morrión, que puedes tener por histórico si quieres; pero que en todo caso te certifico que no dista ni un tranco de chimango de la pura verdad teológica.

Militis Militún.


Leonardo Castellani: “Las Canciones de Militis” (1943)– Biblioteca Dictio – Págs.21-29



Nacionalismo Católico San Juan Bautista

lunes, 25 de mayo de 2015

La Mariconización de la neo-iglesia


  Nota de NCSJB: El siguiente fragmento pertenece a un artículo de Steve Woods, publicado en Dads.org con el título “Family Synod lasting harm” con el cual disentimos en la mayoría de sus conclusiones; sin embargo, rescatamos un fragmento que nos parece contundente respecto a los efectos de la “mariconización de la neo-iglesia”.
 Traducción: Augusto TorchSon


  No puedo recordar donde me encontré con esta pregunta sobre la Guerra Civil, "¿Por qué los soldados de la Guerra Civil no retrocedían en la batalla cuando les tocaba enfrentar a los cañones cargados con municiones antipersonales con muchas bolitas de acero?" A menudo me preguntaba cómo los hombres se mantenían marchando hacia adelante para enfrentar una muerte casi segura y haciendo que despedacen sus cuerpos sin piedad. Seguramente tenían un  valor y una valentía poco comunes. Sin embargo, ¿Había otro movimiento dinámico impulsándolos a enfrentar una tan horrible muerte?

  Los soldados de la Guerra Civil marcharon a la batalla en unidades compuestas por hombres pertenecientes a sus propios pueblos natales y estados. Si un hombre retrocedía en batalla, su cobardía implicaba que no podía volver a casa como un hombre. Su reputación estaba en juego. La gran mayoría de los soldados que enfrentaban la munición de los cañones, preferían perder la vida en lugar de perder su virilidad.

  Muchos líderes de la Iglesia Católica necesitan desesperadamente aprender una lección de los soldados de la Guerra Civil. Los hombres tienen un profundo instinto divinamente incrustado de preservar su masculinidad y por lo que rechazan los ambientes feministas y pro-homosexuales.

  Leon Podles en su importante libro, "La Iglesia Impotente: La feminización del cristianismo", afirma:

  "Si la feminización de la Iglesia continúa, los hombres empezarán a buscar su sustento espiritual fuera de las iglesias, en las religiones falsas o inadecuadas, con consecuencias muy perjudiciales para la iglesia y la sociedad.

  Los intentos actuales en las distintas denominaciones cristianas por normalizar la homosexualidad, más que cualquier otra cosa, convencerán a los hombres heterosexuales que a la religión es mejor mantenerla a una gran distancia.

  Las iglesias católicas que cultivan un ambiente gay (Arquidiócesis con servicios a Gays y Lesbianas, coros gay, charlas de tolerancia hacia homosexuales en las escuelas) alejarán a los hombres heterosexuales. El miedo al afeminamiento es una de las mayores motivaciones en hombres que a veces prefieren morir a parecer afeminados".

  Millones de esposas católicas se preguntan por qué sus maridos no quieren ir a Misa con ellas. Del mismo modo, miles de brillantes y hermosas jóvenes se preguntan en voz alta: "¿Dónde están los jóvenes católicos con los cuales unirse en matrimonio?" Me temo que es el final para muchos de esos buenos hombres, debido a la afeminada atmósfera imperante en la Iglesia católica contemporánea. El homosexualizado ambiente eclesiástico contemporáneo es el penúltimo nivel de feminización, y es nauseabundo para el olfato de los hombres normales.
  



Agradecemos a nuestra amiga Empera Sol por acercarnos el artículo.



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domingo, 24 de mayo de 2015

Democracia y comunismo (1939) – Nicolás Berdiaeff



  …Al mito democrático del pueblo soberano creado por Rousseau, Marx opone el mito socialista del proletariado, de esta clase redentora, llamada la voz pública a libertar y a salvar la humanidad. Revestida, al parecer, de un carácter mitológico, o bien cual inconsciente herencia de la antigua idea del Pueblo elegido de Dios, la doctrina marxista de la lucha de clases corresponde, sin embargo, mejor a la realidad que la de Rousseau sobre la voluntad general, infalible y soberana del pueblo en la democracia. Esta infalibilidad Marx la transporta del pueblo soberano al proletariado; pero, en realidad no existe ni en uno ni en otro; los dos son pecadores, como lo son igualmente el Monarca y el Papa, que en política no pueden ser infalibles, En el pueblo de forma democrática la lucha de clases existe indudablemente. La voluntad general del pueblo es una ficción convencional. Existen, desde luego, intereses nacionales, intereses de Estado, que trascienden de las clases y sin la protección de los cuales ninguna sociedad podría subsistir. El poder de la clase alta está, pues, llamado a proteger el mínimo de esos intereses. Pero una democracia comprendida en toda la acepción de la palabra disfraza la lucha de los partidos y se convierte a menudo en instrumento que permite a una clase ejercer la tiranía sobre la otra. Crea entonces una máscara política... El parlamento – que es de suponer expresa la voluntad general del pueblo – es, en realidad, un ruedo en donde se desenvuelve la lucha de los partidos, disimulando a su vez la lucha de clases. Por lo tanto, los intereses vitales de las clases trabajadoras no pueden ser enunciados y están únicamente salvaguardados en los sindicatos. La democracia ha tenido hasta ahora una forma, pero no una realidad, y en esto la crítica del marxismo, y hasta del comunismo, nos parece autorizada. La democracia confiere al hombre derechos políticos, sin darle la posibilidad de beneficiarse de ellos, pues esta posibilidad reside en lo social y económico, pero no en lo político.

  En las democracias políticas los hombres se quedan fácilmente sin trabajos; están expuestos a la miseria, a la indigencia. Los derechos económicos del individuo no están garantizados, y los derechos electorales no le sirven tampoco de apoyo. La igualdad política y jurídica está íntimamente ligada a la desigualdad social y económica. Desaparecen los órdenes sociales y todos los ciudadanos son iguales, y la división de la sociedad en clases alcanza su máxima expresión. He ahí desmentido el mito de la igualdad creada por la revolución. Francia nos ofrece a este respecto fenómenos típicos que se pueden observar en su aspecto más puro. En la democracia, basada en el sufragio universal y en el parlamentarismo, la nación se supedita al Estado, pero la sociedad no. Ésta se ha dividido, y su organización, paralela a la del Estado, encuentra en él mayores dificultades. Fue incontestablemente más fuerte en la Francia pre-revolucionaria.

  No es posible defenderse contra el Estado democrático fundado sobre el mito del pueblo soberano. Las únicas organizaciones sociales efectivas son, lo repito, los sindicatos obreros. Una democracia pura sería social, industrial y económica; expresaría los interese y necesidades efectivos de las varias formas del trabajo y de la creación. El marxismo tiene razón, pero crea a su vez una nueva mitología proletaria que substituye también las realidades por ficciones. Es otra nueva forma fanática de infalibilidad, y ésta es inadmisible, pues la infalibilidad auténtica no puede ser más que una luz espiritual e implica la transfiguración del hombre y de la naturaleza.



Nicolás Berdiaeff  “EL cristianismo y la lucha de clases” – Ed. Espasa Calpe – México – Bs. As. – 3° Edic. 1944. Págs. 27-29.




Nacionalismo Católico San Juan Bautista

jueves, 21 de mayo de 2015

El gobierno mundial anticrístico proféticamente previsto por Orwell – Augusto TorchSon


  Determinadas obras de siglos XIX y XX, mostraron un increíble profetismo respecto al mundo en el cual hoy vivimos. El mismo podría ser atribuido a una agudísima percepción de una realidad actual proyectada al futuro, a un profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras en lo referente a los postrimeros tiempos de la historia, a una inspiración divina, a un conocimiento cercano de la agenda globalista de la judeo-masonería, y por qué no, a una inspiración diabólica.

  Entre algunos ejemplos que podemos mencionar están la carta de Pike a Mazzini sobre las 3 guerras mundiales que iban a realizarse para imponer un gobierno global masónico,  libros como “El Señor del mundo” de Benson,  “Breve relato sobre el anticristo” de Soloviev, “Historia del anticristo” de Ezcurra Medrano, “Juana Tabor” de Wast, “El mundo feliz” de Huxley, “Fahrenheit 451” de Bradury, más de un libro de Castellani, el anónimo “Protocolo de los Sabios de Sion”, y entre muchos otros más, “1984” de George Orwell.

  Sin pretender en esta oportunidad categorizar a los mismos en las posibilidades antes mencionadas, vamos a señalar el libro de Orwell, “1984”, cuyas similitudes con lo que actualmente se vive y con lo que parecer ser el objetivo último para la imposición de una “aldea global”, no dejan de asombrarnos.

  Dicho trabajo escrito en 1948, relata el mundo en 1984 en el cual, éste estaba dividido en 3 superpotencias, Oceanía, Eurasia y Estasia; las cuales se mostraban en constante conflictos bélicos unas con otras, alternando alianzas con enfrentamientos, situaciones que más que reales, servían para generar enemigos imaginarios a quienes odiar. Dichas superpotencias compartían la misma característica de gobierno que tienen que ver con: un partido único, un líder omnipresente al cual se debe idolatrar, y una sociedad policíaca que persigue y tortura a quienes osen pensar de modo diverso al propuesto por el sistema. A pesar de vivir en supuestas constantes guerras, nunca generaban vencedores, de lo que resulta que dichos conflictos eran imaginarios o artificial y consensuadamente generados por los aparentes contendientes.

  Se podría objetar que no tenemos partido único, salvo en países comunistas; sin embargo, las democracias liberales, es decir, todas; en la práctica, tienen tal identidad de intereses y de objetivos, que en esencia, demuestran con claridad que la elección de una u otra opción propuesta por la partidocracia, en definitiva conlleva a los mismos resultados que son los impuestos por fuerzas supranacionales, ocultas o no.

  En la novela de Orwell, el protagonista, Winston vivía en Oceanía. En dicha región el líder estaba en carteles en todas partes y en telepantallas en las cuales aparecía diciendo: “El Gran Hermano te vigila”, y efectivamente, la población era constantemente monitoreada, para perseguir cualquier tipo de disidencia con el partido único a través de la “Policía del Pensamiento”. Cuando alguien era sospechado de alguna actitud que contradecía el pensamiento oficial, debía ser demandado hasta por los propios familiares a dicho órgano, que transportaba al criminal al “Ministerio del amor”  para ser torturado, hasta ser reeducado para ser útil al partido y al sistema o ser aniquilado pasando a ser una “no persona”, es decir, que nunca existió. La verdad era sólo la propuesta por el partido y no dejaba lugar a ningún tipo de objeciones, nisiquiera las racionales. Así se creó lo que se denominaba “el doblepensar” que era pensar contradictoriamente hasta usando la lógica en contra de la lógica misma. Dicha palabra, formaba parte de la denominada “neolengua” que era el lenguaje creado por el partido para limitar las palabras a fin de que no se pueda pensar aquello para lo cual no existían palabras. Herramienta fundamental del partido para la creación de esta nueva realidad era la manipulación de la historia, y así proponía el partido: 

“El que controla el pasado, controla también el futuro
 El que controla el presente, controla el pasado” 



  Podríamos identificar al “Gran Hermano”, tanto a un gobernante como al sistema mismo. Es de fácil verificación que los gobiernos del mundo entero, sin excepción, actúan en igual sentido en las políticas que sirven para la descomposición social que hacen a las personas vulnerables ante el sistema. Por ejemplo, EEUU y Venezuela se muestran ante el mundo como acérrimos enemigos, pero además de ser principales socios comerciales, estos representantes americanos de pseudo derechas e izquierdas, coinciden plenamente en la promoción del aborto, la homosexualidad, y la libertad religiosa con exclusión de dogmas (sincretismo), como “derechos humanos”. En éste último sentido, se considera que los dogmas religiosos deben ser “evolutivos”, por lo tanto mutables, con lo que se plantea la contradicción de que una verdad que por definición debe ser absoluta, termine siendo relativa. Esto con la excusa de adecuarlas a las circunstancias o necesidades de la modernidad, o para evitar conflictos en nombre de la religión. Y en nombre de esos “derechos humanos” se persigue a quienes pretendan manifestarse contrarios al pseudo-matrimonio aberrosexual (gay), o del genocidio producido con abortos, los cuales pueden ser pasibles de multas y hasta de cárcel por el crimen de pensamiento” de “intolerancia”; tolerancia que nos obligan a ejercitar aunque no se tenga para quienes defienden el orden natural, en una de las aplicaciones prácticas de lo que sería el actual “doblepensar”. 



  Más que contradictorio resulta ridículo por ejemplo, que las legislaciones del mundo entero, promuevan la “igualdad de género” equiparando a la mujer en todo (incluso en desigualdad de condiciones) al hombre, y sin embargo se sancionen leyes como las de “femicidio” o “violencia de género” en las cuales, el crimen contra un varón, niño, adulto o anciano, se reprime con menores penas que los cometidos contra mujeres (u homosexuales); lo que implica una real y verdadera desigualdad ante la ley.

  Otro caso emblemático del doblepensar, podemos hallarlo en nuestro país en la disparidad de derechos aplicados a las personas acusadas por crímenes en época del gobierno militar. Así a quienes lucharon contra la guerrilla marxista, hoy se los acusa, y condena por leyes “diferenciales” denominadas “de lesa humanidad” que suspenden las garantías constitucionales habituales, sacándolos de los jueces naturales, imponiéndoles cárcel efectiva aún para los casos en que en las leyes ordinarias prevén arresto domiciliario por mayoría de edad o por enfermedad grave, y en la práctica, suprimiendo el principio esencial de derecho penal “in dubio proreo” por el cual en caso de duda (o carencia probatoria) se beneficia al acusado, el cual entra directamente como culpable debiendo demostrar infructuosamente su inocencia en una inversión de la carga probatoria, también contraviniendo la garantía penal por la cual se es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Lo groseramente contradictorio, es que, a los guerrilleros que asesinaron hasta a civiles en pos de la instauración de una dictadura comunista; no se los considera como asesinos siendo absueltos en su totalidad como “luchadores por la libertad” y hoy ocupan altos cargos en el gobierno. 



  A nivel mundial, lo mismo puede decirse con respecto a lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial. Beatificando a los vencedores, se criminalizó a tal punto a los vencidos, llegando al extremo de considerar que todos y cada uno de los soldados que participaron en la lucha anticomunista como aliados de Alemania, eran posesos hechizados por los sortilegios de Hitler. Y en otro ejercicio del doblepensar, se condena y prohíbe al nacional socialismo y al fascismo por haber sido "responsables" de los 50 millones de muertos de esa guerra (es decir de ambos bandos) cuando se permite y se promueve el marxismo, responsable de la muerte de más de 100 millones de personas durante el siglo XX, hechos documentados ampliamente. Aquí observamos la aplicación estricta del Nuevo Orden Mundial hoy imperante de hecho, al respecto de que “El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado.”  Y esto es de empírica constatación ya que quienes se atreven a investigar la verdad histórica o a pensar racionalmente respecto de los hechos que nos proponen como axiomáticos, terminan siendo perseguidos, juzgados y encarcelados, por la nueva “policía del pensamiento” acusados de “crímenes de odio”. Podemos mencionar al respecto cómo los revisionistas históricos demostraron científicamente y de forma fehaciente que las instalaciones usadas como supuestas cámaras de gas para el “exterminio de la población” judía, no eran aptos para tales fines como lo demuestra el “informe Leuchter”. Es más, fue un judío, David Cole, quien demostró la falta de evidencias respecto a la existencia de dichas instalaciones de exterminio, por lo cual fue acusado, perseguido, amenazado y hasta agredido físicamente. El argumento más simple que se podría presentar a la hora de cuestionar el dogma del holocausto es que según los propios censos judíos, antes de la Segunda Guerra Mundial manifiestan que habían entre 8 y 9 millones de judíos en toda Europa, de los cuales según mencionan los mismos escritores promotores del “exterminio”, entre 1939 y 1941 escaparon de la zona de dominio nazi 1.5 millones de judíos y sumado a los más del millón de supervivientes del “holocausto” la cifra restante implicaría que hasta los países aliados tendrían que haber exportado judíos para que sean “shoaizados”. Esto sin contar que la versión oficial omite el referirse a las montañas de cuerpos que en estos pocos campos de trabajo se habrían generado para llegar a 6 millones, que según se nos dice, se cremaban en un par de hornos los que de acuerdo a estas mismas fuentes, realizaban este trabajo en 10 minutos y sin dejar cenizas, que según esas cifras deberían haber nublado media Europa con las mismas; todo esto cuando hoy, con la más avanzadas técnicas de cremación, las mismas necesitan 2 horas por cuerpo.

  No se pretende justificar con esto ningún exceso, ni adherir a alguna de las posturas antes mencionadas, sino hacer honor a la verdad.


  No resulta extraño que nada se informe sobre los atroces crímenes de los aliados y rusos en contra de los prisioneros alemanes y la población civil, incluyendo millones de mujeres y niñas violadas y asesinadas (Aquí, aquíaquí y aquí)



    Hoy la principal “policía del pensamiento” represora de la verdad histórica es la Anti Defamation League (recomendamos el documental Defamation: Dictadura global), creada por la logia masónica exclusivamente judía B’nai B’rith. Cualquier intento de investigación en la cual estén involucrados judíos, se censura y se persigue como lucha contra el “antisemitismo”. Misma logia anticrística que todos los años por obra del cardenal Bergoglio profana la principal catedral argentina, con un acto sincrético, mostrando su poderío y desfachatez al hacer que sus enemigos bimilenarios, rindan culto a su victimización. De ahí que los últimos papas adhieran y promuevan la mentira histórica de la “shoa”, sometiendo a toda la cristiandad a quienes hasta el Concilio Vaticano II eran enemigos esenciales de nuestra fe.


   En el mundo de Orwell, era la pantalla la que transmitía “la realidad”, y ya que la información estaba a cargo del partido, no había voces que planteen una alternativa informativa. Si bien hoy se puede decir que son varios los medios informativos; como mencionamos anteriormente respecto a las políticas disolventes de los gobiernos mundiales, en la aplicación de la dialéctica que corresponde al doblepensar, dichos multimedios se oponen solamente en cuestiones contingentes como son las referentes a las adhesiones a una u otra postura política, pero en cuanto a las cuestiones trascendentes para el destino de las naciones y del mundo entero, coinciden en la promoción de la destrucción del orden natural. Al igual que el mundo orwelliano, hoy en día se considera que lo que no sale en TV no existe, con lo que no sólo se nos esconde una inmensa cantidad de información realmente importante, sino que además la escueta y seleccionada información que se transmite, está cargada de un contenido ideológico, careciendo completamente de objetividad. Y no resulta casual que la inmensa mayoría de dichos multimedios sean de propietarios judíos. 



  El Nuevo Orden Mundial busca llegar a un mundo completamente orwelliano, para ejercer su dominio global. Así a través del Council of Foreign Relations (CFR) de Rockefeller se promueve:

-Destruir la soberanía de los Estados-Nación
-Establecer una estandarización sociocultural
-Imponer un sistema financiero globalizado usurario-especulativo
-Manipular la opinión pública mundial con acciones psicológicas masivas
-Mantener conflictos globales constantes creando guerras contra enemigos imaginarios o no a fin de asustar a las masas y mantenerlas unidas
-ESTABLECER UNA RELIGIÓN ÚNICA 



  Este verdadero gobierno mundial, que se oculta hoy tras máscaras como la ONU (creación del CFR) utiliza como herramienta de dominación a las altas finanzas, y fue oportunamente denunciado por el Papa Pio XI al cuando se refirió al “Imperialismo internacional del dinero” y acusarlo como “El funesto y detestable imperialismo económico para quienes consideran patria adonde se está bien, donde se tiene confort”. Tampoco resulta casual que la banca financiera mundial, esté casi exclusivamente en manos judías.

  Si intentamos escapar del doblepensar, sin forzar mucho la razón, podemos darnos cuenta que el sometimiento al que quiere llevar el sionismo a todos los gobiernos del mundo, así como a la neo-iglesia; responde con toda lógica a lo prescrito por su código sagrado, el Talmud, el cual dice con toda claridad “Sólo el judío es humano, todos los demás no judíos son animales. Son bestias con forma humana. Cualquier cosa es permitida que esté en contra de ellos. El judío puede mentirles, trampearlos y robarlos. Puede violarlos y asesinarlos”. Quien dude de la veracidad de esta cita, puede acudir al libro “El Talmud desenmascarado” de Monseñor Pranaitis, asesinado en Rusia por haberse atrevido a desenmascarar tales cuestiones. Y para quienes persistan en sus dudas al respecto, lean sobre las muchas condenas de los Papas hacia dicho escrito judaico.

  Y es que el enemigo esencial del judaísmo es el mismo Cristo, por eso es que a través de todos estos subterfugios se busca acabar con el catolicismo. Pero como enemigos taimados que son, no atacan directamente, sino que aplican técnicas de reingeniería social en busca de conseguir una humanidad-ganado sobre la cual trató de advertirnos Orwell; para así ir socavando las estructuras en las cuales se desarrolla y crece en el ámbito temporal la Iglesia; y estas son la familia, la patria y las sociedades en general, basadas en una tradición cultural y religiosa común.

  Por este motivo decimos con orgullo que somos nacionalistas porque somos católicos; porque amamos y defendemos nuestra patria, como nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia siguiendo el 4° mandamiento (CIC 2199). Y cómo nacionalistas católicos tenemos un basamento Tomista el cual nos hace no desconocer la realidad. Por eso, a pesar de que como a Winston, se nos pretenda coaccionar para aceptar que 2+2 puedan ser 5, otras veces 4 y otras veces 3 de acuerdo a la imposición mediática y oficial; reafirmamos y defendemos la Verdad y el Orden Natural como realidades inmutables. Y por eso nos odian. Nos odian por amar a nuestras familias, nos odian por amar a nuestras patrias, nos odian por amar a Dios; nos odian por no poder ellos amar como lo hacemos nosotros. Manifiestan su odio como frustración del amor, como envidia por no poder amar. Tienen nostalgia de lo que no fue, de lo que rechazaron, de seguir perteneciendo al "pueblo elegido" al haber renegado de Dios. Y en vez de tratar recomponer su camino, de encontrar sus verdaderas raíces, y vivir en armonía con el resto del mundo y hacer las paces con el Dios que rechazaron; optan por la pertinaz actitud consistente en destruir lo bueno, lo noble, lo puro, lo heroico, lo nacional y patriótico, y consiguientemente, la única y verdadera Fe, para de esa manera sentirse justificados al no existir las conductas que los acusen. Y como el odio solo engendra odio y nunca colma su medida, por eso está gente no tiene límites, y por eso, nosotros combatimos no movidos por odio al enemigo, sino por amor a lo que ellos pretenden destruir.

  Mao, que estableció una dictadura como la prevista en “1984”, consideraba que más peligroso que un poderoso ejército, era una persona con una buena idea y con la capacidad para transmitirla.

  Si en estos finales tiempos de la Historia no nos toca vencer humanamente, sabiendo que nuestro objetivo es trascendente y no contingente e inmanente como el de nuestros enemigos; todavía nos queda la posibilidad de resistir y de defender la verdad, aunque esto implique que seamos considerados como los más peligrosos enemigos. Dios sabrá recompensarnos, ya que cómo Él mismo nos anticipó, “…el que persevere hasta el fin, ese se salvará” (Mt. 24,13)


  Trabajando para que Cristo reine y regrese pronto.

Augusto TorchSon




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